Ciencia, aprendizaje y sensibilización a través del anillamiento de aves.

Por tercer año hemos realizado un anillamiento científico dentro del programa Ecocampus Granada. Siempre en el mismo lugar (en el río Genil a la altura de Cenes de la Vega), en la misma época del año (finales de abril-inicio de mayo) y con los mismos anilladores/as (Gracias Marina y Paco). Aunque sea la tercera vez siempre es diferente y cada vez hay alguna sorpresa nueva.

Antes de nada aclarar que los objetivos de esta actividad son muy precisos. No es capturar y estresar las aves simplemente para verlas de cerca y sacar la foto (aunque también se hace). La idea es hacer ciencia, aportar datos que ayuden al mejor conocimiento de las aves y del entorno. Para que la ciencia avance no hace falta solo especulaciones, ideas o conjeturas hace falta una gran acumulación de datos. Por ejemplo, poder comprobar que un ave cambia sus pautas de migración nos ayuda a mostrar los efectos del cambio climático. La ciencia necesita demostrar hipótesis y en el caso de la ornitología (ciencia que estudia las aves) el anillamiento científico es una de las armas más importante pues permite individualizar a cada ave con una anilla para empezar a escribir la historia de cada ejemplar de forma aislada. Miles de esas historias de una sola ave permiten desvelar muchas cosas. No sólo es marcarlas (con mimo y experiencia para no dañarlas o molestar lo mínimo) también es observarla con detenimiento para obtener el máximo de información. En esto los ojos de los expertos anilladores/as son otra de las partes del «espectáculo». Como simplemente observando a un pajarito pueden saber si ha migrado, si tiene reservas de grasa, su salud, aproximar su edad, etc. También lógicamente se mide y se pesa. En la era de «big-data» la acumulación ingente de información puede hacer maravillas. El tamaño del tarso de un pájaro te puede dar información de ese ave pero datos de miles de ejemplares de esa especie capturados y medidos en cientos de localidades durante decenas de años es algo que puede ayudar a comprender verdaderamente los secretos de la biodiversidad y los ecosistemas. La ciencia es el objetivo en sí pero también hay otro gran motivo para esta actividad, y es que el conocimiento obtenido a partir de la ciencia debe (debería) servir como base para la conservación de estas aves, de su entorno y de nosotros mismos.

Lo que no cambia en casi todos los anillamientos es el madrugón para colocar las redes al alba para que con la primera claridad y con el inicio de la actividad de las aves este todo listo. Hay una serie de temas que no cambian pero quitando eso y como ya hemos adelantado siempre hay sorpresas. La mayor que nos llevamos fue la captura de dos «Picos Coral» o «Estridal común» (Estrilda astrild). Este ave es la primera vez que la capturamos lo que a priori podría parecer una buena noticia si no fuera porque es una especie catalogada como Exótica e Invasora (Catálogo Español de Especies exóticas Invasoras, aprobado por Real Decreto 630/2013 de 2 de agosto). Es un ave originaria de África Subsahariana que está logrando colonizar toda la península puede suponer una gran competencia para la fauna local. En este caso el origen del problema es el comercio de este animal como «ave de jaula». Esto para empezar supone una presión en las poblaciones africanas de origen donde se capturan. También en los numerosos lugares del mundo donde ha logrado escaparse de sus jaulas y crear nuevas poblaciones. Una vez más, los humanos somos el origen de un problema ambiental. Estamos preocupados por la expansión de esta ave en la provincia. Sabíamos de su presencia en la Charca Suarez y en las Turberas del Padul. Hay que investigar mejor esta amenaza.

Quitando este apunte negativo fue una mañana magnifica con decenas de capturas. En algunos casos fueron recapturas de otros años lo que ya supone una información extra. Fueron mirlos, verderones, currucas capirotadas, carriceros, gorriones, verdecillos, chochines, jilgueros, carboneros, herrerillos, ruiseñores, etc. Todo un placer y es que aunque los objetivos principales sean científicos y de conservación a nadie se le escapa que poder observar animales tan bellos, tan cerca es una oportunidad única y enriquecedora. Muchos, aunque no lo sepan, han escuchado el canto del ruiseñor pero pocos han visto a pocos centímetros un ejemplar. Poder ver detalles de estas aves es otro de los motivos por lo que madrugar un domingo puede compensar. Otro motivo es la sonrisa que sin querer a uno se le escapa cuando, tras la toma de datos y el anillamiento, abre la mano para que el pájaro vuele hacia la libertad.

Seguiremos anillando por ciencia, conservación, aprendizaje, sensibilización, pasión, sonrisas…

 

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