En ocasiones las estrategias reproductivas de algunos animales son cuanto menos arriesgadas. Apuestan fuerte a una sola mano de tal forma que con suerte pueden lograr algo importante pero también pueden quedarse sin nada. Un ejemplo de lo que queremos decir es el sapo corredor (Epidalea calamita) el cual pone sus huevos en charcos temporales. Miles de renacuajos nacen y viven sin competencia en esos ecosistemas temporales sin muchos depredadores. Si el charco aguanta lo suficiente miles de pequeños sapos de apenas un centímetro empezaran una vida terrestre. Pero muchos años debido a las fluctuaciones naturales del clima mediterráneo los charcos se secan produciéndose la muerte de todos. Esto está siendo agravado
por el cambio climático que estamos provocando. Esto hace que la arriesgada apuesta del sapo se pierda con más frecuencia y miles de renacuajos mueren de forma habitual. Esta mortalidad tan elevada es un proceso natural pero agravado claramente por los humanos.
El sapo corredor es una especie que está en el Catalogo andaluz de especies amenazadas (Ley8/2003, de 28 de Octubre, de la flora y la fauna silvestres), aparece incluido en la categoría “De interés especial”, que recoge aquellas especies, que no estando incluidas en otras categorías de protección superior (extintas, en peligro de extinción, sensible a la alteración de su hábitat, vulnerables), son merecedoras de una atención particular en función de su valor científico, ecológico, cultural, o por su singularidad.
Casi todas las especies de anfibios poseen problemas de conservación siendo uno de los grupos taxonómicos en los que la amenaza de la extinción es más cruda. En muchos casos es por perdida de hábitat, contaminación, cambio climático, especies exóticas invasoras, etc. En definitiva los anfibios tienen en el humano a su mayor amenaza desde que hace millones de años colonizaron la tierra.
Todos estos argumentos, el que el sapo corredor posea problemas de conservación y que el origen de estos problemas sea humano nos animan a intervenir. No lo haríamos si el proceso fuera totalmente natural. La intervención es sencilla, es trasladar los renacuajos a charcos cercanos con más agua y si no es posible llevarlos a las charcas que Ecocampus Granada ha creado. Estas están en el Campus de Cartuja, es un espacio en el que se está creando un pequeño «parque de naturaleza», además de las charcas hay diversos refugios para animales como erizos, insectos, etc. Hay cajas nido y comederos de aves. Un pequeño rincón para la biodiversidad que sueña con lograr tener una población estable de sapo corredor. Confiamos en que los ejemplares que ya empezamos a liberar como renacuajos el año pasado lleguen a adultos y creen una nueva población. Rescatar a ejemplares no tiene sentido si estos no sirven para crear o reforzar una población, nuestra visión es lograr una población nueva a partir de ejemplares que estaban desahuciados.
Primero logramos los permisos de la Junta de Andalucía, sin los cuales sería ilegal hacer esta intervención. Hemos realizado durante semanas el seguimiento de 3 puntos donde conocemos por nuestra experiencia que hay charcos con puestas de sapo corredor (2 en la Sierra de Huétor y otro en las Dehesas del Generalife, las poblaciones más cercanas). Uno de ellos no ha dispuesto del agua para que este año existieran puestas, otro se seco antes de que lográramos el rescate, en el último caso se logro. De forma agónica se salvaron a miles de renacuajos de una muerte segura, algunos se llevaron a nuestras charcas en las cuales vamos a hacer un seguimiento para garantizar que el máximo de ejemplares logran su metamorfosis. Informaremos.
Por cierto, dos detalles extras, en nuestras charcas detectamos que las libélulas que liberamos para que controlaran la población de mosquitos ya han empezado a volar dejando atrás su última muda como ninfa. La otra novedad es que comprobamos como la vegetación acuática que incorporamos esta a groso modo funcionando, esa misma mañana añadimos además algunos nenúfares a una de las charcas. Este espacio poco a poco es gracias a la participación ambiental cada vez más biodiverso.
Por último indicar que para esta intervención se utilizo material previamente desinfectado para evitar la transmisión de enfermedades entre los anfibios causadas por hongos o bacterias. Estas enfermedades como la quitridiomicosis producida por un hongo están aniquilando especies enteras de anfibios en todo el mundo.
Reblogueó esto en El Boletín de ARBA.
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